
El viticultor Javi Revert. Foto: Habanero
Un día con Javi Revert
Tanino Divino – 10/07/25
Entre bancales, garnachas y tormentas bíblicas, Javi Revert demuestra que hacer vino en Valencia es como rodar una serie de HBO: drama, paisajes épicos y giros inesperados
Son las 10 de la mañana de un lunes cualquiera de junio. El sol ya empieza a calentar, y yo acabo de llegar a La Font de la Figuera. Aparco frente a una nave discreta. En la puerta, un cartel que no deja lugar a dudas: Javi Revert Viticultor. Dentro, el escenario es puro backstage vinícola: botellas recién lacradas, depósitos de inox esperando su momento de gloria, mangueras serpenteando por el suelo, palets listos para viajar, y un montón de historias fermentando entre esas paredes.
Si a estas alturas aún no te suena el nombre de Javi Revert, apunta. Este enólogo y viticultor valenciano se ha ganado a pulso un sitio entre los grandes nombres de la nueva ola del vino español. Su trayectoria se forjó en Fontanars dels Alforins, bajo la tutela de Pablo Calatayud (Celler del Roure) y aunque continuó como asesor externo hasta el 2020, en 2016 inició su proyecto personal en Els Juncarejos, a los pies de la Penya Foradà. Sensal, Micalet, Simeta y Foradà, sus vinos, se encuentran entre los más demandados y apreciados del país. Poseen la mayor puntuación Parker de toda la Comunitat y su vino tinto, Simeta, ha sido galardonado recientemente como el mejor de la región en los Premios T del Vino 2025 de Tapas Magazine.
Pero Javi no es solo un productor, es un contador de historias embotelladas. Como él mismo dice, todo arrancó con una idea sencilla pero poderosa: «Quería rescatar un paisaje, reivindicar unas variedades mediterráneas y devolverle la vida a un patrimonio, porque casi se nos había olvidado». Con todo, nos subimos al coche junto a él para dar una vuelta por las viñas. Para Javi, es el segundo paseo del día; lleva en pie desde las seis de la mañana, y yo quejándome por haber madrugado. En el camino, me va contando los secretos del paisaje que nos rodea. «Vivimos en un valle rodeado de montañas, cuyas laderas están llenas de antiguos bancales de piedra», me explica. No es de extrañar que cada rincón parezca sacado de un fondo de escritorio del Windows.

Javi, trabajando entre viñedos. Foto: Bodega Javi Revert
Cuando un lugar ha visto pasar decenas de generaciones, es por algo. Y si hoy seguimos flipando con ciertos paisajes, es porque tienen algo mágico. En La Font de la Figuera, el rincón estrella es la Penya Foradà. Desde aquí arriba puedes ver La Mancha, Alicante y, si te concentras mucho, hasta tus ganas de no volver a casa. Fue justo aquí donde Javi Revert, fontí de pura cepa y enamorado de su tierra, decidió plantar su sueño vinícola. Porque si vas a hacer algo grande, mejor que sea en casa, y con unas vistas acojonantes.
La zona está viviendo un momento de auténtica efervescencia. Las reuniones entre productores y responsables de la DO Valencia están dando sus frutos, por fin se empieza a mirar esta tierra con otros ojos. «Queremos que se reconozca el valor de estos suelos, de nuestras variedades y de nuestra manera de entender el vino», dice Javi, mientras llegamos a la primera parcela de nuestro recorrido.
Pulso con la naturaleza
Es normal que alguien que cuida más de 10 hectáreas de viñedo no lo haga solo. Cuenta con la ayuda de Radi, Sandro y Cristina, las otras tres patas del proyecto. Toca ponerse manos a la obra, inspeccionando las viñas mientras es época de la poda en verde. Nada de paseíto bucólico: aquí se repasa cepa por cepa, sobre todo este año, que el mildiu (enfermedad vegetal causada por hongos) ha decidido hacer acto de presencia y dejar su firma en hojas y racimos, especialmente en la garnacha.
Y por si fuera poco, como si el hongo no fuera suficiente, a principios de junio cayó una buena granizada. Tormentas intensas que no solo pusieron a prueba la resistencia de las cepas, sino también la paciencia y el ánimo de Javi. Como bien dice Luca Bernasconi en el podcast de Talibanes del vino, hoy en día hay que estar chalao para dedicarse a hacer vino con todo lo que conlleva. Y secunda Javi: «Hacer vino hoy en día es facilísimo: solo necesitas esquivar mil enfermedades, sobrevivir a las inclemencias del tiempo, y cruzar los dedos». La naturaleza manda, para bien o para mal. Y el mérito, no solo de Javi, sino de cualquier agricultor, es de los que no caben en una etiqueta. Porque aquí, un mal día puede joderte el trabajo de todo un año.
Nos ponemos en marcha hacia la siguiente parada del tour: la joya más reciente y especial de Javi, su Premier Cru, como dirían los franceses: Foradà. Se trata de una parcela de 2,5 hectáreas replantada en 2018, asentada sobre antiguas terrazas milenarias que miran al norte y se alzan a más de 800 metros de altitud. Un viñedo que fue abandonado hace más de 50 años por su dificultad y los bajos rendimientos que ofrecía, pero que Javi ha sabido recuperar. Mientras revisamos las consecuencias del dichoso granizo, Javi me desgrana con la calma que le caracteriza las iniciativas que tiene entre manos, porque no hay que confundir calma con falta de inquietud.
Cooperación y territorio
Así es como llegamos al último proyecto que Revert ha llevado a cabo junto con Jorge Caus, de la cooperativa La Viña, y el legendario elaborador Dirk Niepoort. No es solo un vino, es una declaración de intenciones: el Nat Cool Alt de les Fonts 2024. «Queríamos hacer algo que devolviera el protagonismo a las variedades locales y a la forma de trabajar de nuestros mayores», anticipa. Así, con forcallá, monastrell y un toque de arcos, seleccionadas de entre las 2.500 hectáreas de la cooperativa, han logrado un vino ligero, honesto y vibrante, que reivindica la sencillez y el placer de beber sin artificios.
Y ya que hablamos de colaboraciones, me suelta otra bomba: se viene un proyecto nuevo al mercado, esta vez en compañía de otras bodegas vecinas. No se bajan del carro de poner en valor la zona, y lo hacen con una idea que recuerda al espíritu del Rapolao berciano: tres elaboradores, una misma parcela, tres vinos con personalidad propia. «Queremos mostrar cómo el mismo suelo puede contar historias distintas», explica. Y ojo, que la comparación con El Bierzo no es gratuita: aquí también hay una clara intención de elevar el territorio a través de su diversidad.
«Entre nuestros mayores objetivos está mostrar cómo el mismo suelo puede contar historias distintas»
Ya de vuelta en la bodega, le lanzo una pregunta clásica a este hombre de labor infatigable: «¿Tienes algún referente en el mundo del vino, alguien en quien mirarte?». No duda ni un segundo: Comando G. «Fernando y Dani han demostrado que la garnacha de Gredos puede ser pura poesía si se respeta el viñedo y se deja hablar al terruño», dice con admiración. Y no es para menos. Ambas bodegas comparten una misma filosofía: mínima intervención, máxima expresión. Se trata de poner en valor zonas históricas, con viñedos que llevan siglos ahí, aunque hasta hace poco nadie les prestara demasiada atención.
Hay días que no se olvidan. No por lo espectacular, sino por lo esencial. Pasar una jornada con Javi Revert en La Font de la Figuera es como abrir una ventana al pasado y al futuro del vino valenciano al mismo tiempo. Entre viñas que respiran historia y proyectos que miran lejos, Javi se mueve con la calma de quien sabe que el tiempo, en el campo, tiene otro ritmo.