
Foto: Habanero
LIFESTYLE – POR FAVOR, LA CUENTA
España está de moda (a pesar de Eurovisión)
Sandra Bódalo – 29/05/25
Del cliché al trend: cortados, tapas y vermut. Aparte del jamón, ¿qué nos hace tan irresistibles ahí afuera?
Hay ciertos momentos clave en la historia en los que España ha estado en el punto de mira internacional. O, al menos, ha tenido su minuto de fama. Ocurrió en la década de los 20, con Dalí, Picasso y Buñuel, como los reyes del surrealismo que se cocinaba a fuego lento en las cafeterías de París; en los años 50 y 60, cuando Cristóbal Balenciaga recibía en su atelier a personalidades como Grace Kelly y Jackie Kennedy; o en el 2000, cuando Penélope Cruz se desgañitaba viva gritando ese ya mítico «¡Pedroooo!» en la ceremonia de los Oscar.
Ocho años más tarde, Woody Allen estrenaba Vicky Cristina Barcelona, esa película en la que Scarlett Johansson se ve arrastrada a un romance tan artístico como tóxico con Javier Bardem y Penélope Cruz. Porque, reconozcámoslo, ¿acaso hay algo más típico que una norteamericana viviendo su Erasmus particular en el Mediterráneo? Aunque para mí, un momento que debería estudiarse en los libros de texto, incluso por encima de Cristóbal Colón o el gol de Iniesta en el Mundial, fue 2006. Ese glorioso año en el que las Cheetah Girls cantaron «It´s not enough just to dream it. Come on, come on, get up» en las escaleras del parque Güell o «Amigas Cheetahs. Friends for life», con un traje de luces, y Belinda fingiendo ser más española que la tortilla de patatas.
Saltando al presente -porque, como dirían los grandes poetas Comando Tiburon, Mach & Daddy, «Pasado pisado»-, Rosalía también ha hecho lo suyo para mantenernos en el radar global: su álbum Motomami, sus amistades con el clan Kardashian-Jenner, sus apariciones en la Met Gala y sus palmas flamencas como extensión diplomática de la cultura patria. Vale, Europa nos dio solo diez puntos en Eurovisión, pero eso no significa que no seamos tendencia.

Las «Modern Spanish tapas» de Barrafina. Foto: Barrafina
A toda esta concatenación de sucesos, se le suman algunas aperturas de bares en capitales como Londres y París, que me han hecho preguntarme si Spain is great again. Porque cuando ves a un inglés pronunciar «un pan con tomate, por favor», o a una parisina a pedir «un cortado muy caliente», te das cuenta de que algo está pasando. Y para comprobarlo, nada mejor que hablar con aquellos españoles y españolas por el mundo que se marcharon sin billete de vuelta. Porque, como dice el PR de moda Jorge Cantos, tras vivir tres años en Estocolmo: «Los españoles somos unos sinvergüenzas y, aunque no podamos sorprender a nuestros vecinos mediterráneos con tanta facilidad, los norteuropeos caen a nuestros pies con nuestro thick accent y nuestro salero».
Cuando tener acento es sexy
Antes de meter las manos en harina y revelar los locales que han inspirado este artículo, vamos a hablar un poquito de citas. Porque… ¿A quién vamos a engañar? Iván Saiz, arquitecto valenciano asentado en la ciudad del amor, confiesa que, al principio, ser español era el apéro ideal para cualquier cita: Cuando llegué a París y ligaba con algún francés, siempre era lo mismo: «¿Y ese acento? ¿Eres español? ¡Qué mono! Bla, bla, bla… Pero claro, después de nueve años aquí, que te sigan diciendo lo mismo, cuando te estás esforzando por mejorar el francés, ya cansa», bromea. O tal vez no.
Marta y Esther también admiten que sus raíces y su «strong accent» les han granjeado alguna que otra cita, aunque ninguna de ellas se siente del todo cómoda con las etiquetas. La primera, que acaba de dejar Londres para mudarse a París, lo tiene claro: «Hay chicos que tienen como una especie de fetiche con las españolas, y no me gusta. Notas que en cuanto se enteran, ya están enamorados. Y eso es raro…». Eso sí, también ha notado que últimamente, «ser española es como más cool, por así decirlo».
Nacho Quesada, canario afincado en Londres tras una etapa en Glasgow, también ha notado ese algo: «En Glasgow éramos «los morenos», en un mar de rubios de piel rosada. Éramos diferentes, y eso llamaba la atención». Durante los años que vivió año, la pregunta «¿qué haces aquí con el buen tiempo que hace en España?» le perseguía fuera donde fuera. Pero la anécdota de su single era es, sin duda, cuando un inglés le llevó a un mexicano, creyendo que nuestras gastronomías son primas-hermanas. «Organizó una cita en un restaurante de tacos y nachos. Y, como me llamo Nacho, él pensó que era lo ideal», recuerda entre risas.

La Camionera, Lesbian Bar & Café. Foto: Daze
Quedémonos en este punto: más allá de enchiladas y quesadillas, según algunos ingleses geográficamente despistados, ¿cuáles son nuestros platos más internacionales? La respuesta es más que evidente: la paella. Fue en 2019 cuando Quique Dacosta aterrizó en Londres con Arros QD y comenzó su cruzada divulgativa. «Al principio, tanto la prensa local como la comunidad inglesa pensaban que esa no era la auténtica paella, que la verdadera era la de cuatro dedos de grosor con tantas cosas encima que no se viera el arroz», nos cuenta desde el Grupo Quique Dacosta. Eso sí, después de 225 paellas semanales, está claro que ya conocen (y valoran) la diferencia. Aún así, eso no impide que, como nos cuentan algunos expatriados, Lidl o Tesco lancen anualmente su clásica «semana española» con atrocidades como «paella con chorizo» y otros básicos, como las croquetas de chorizo o los pimientos de padrón.
Porque está claro que culinariamente siempre hemos destacado. Y si no, que se lo digan a Eva Longoria que, recientemente ha confesado que no puede vivir sin fuet. No solo eso, sino que es capaz de burlar las aduanas . El otro día, Juanjo Vega, español afincado en Londres, nos hablaba de Bar Kroketa, como lugar de confianza para impresionar en una cita. Y aunque la mayoría de españoles en la capital británica reservan su dosis de cocina patria para casa -«los precios son altísimos», coinciden-, la ruta made in Spain tiene varias paradas que cuentan con su aprobación. Desde Tollington´s, con sus chips bravas y pickled anchovies, hasta Broken Eggs, donde las gildas cuestan tres euros (casi como en casa), y el bikini de sobrasada o la tortilla saben a nostalgia. Barrafina, por su parte, lleva desde 2003 sacando pecho en el Soho con su «Modern Spanish tapas»: chipirones, jamón ibérico y todo lo que convierte una barra en templo. ¿Y de postre? La Basque cheesecake de La Maritxu, que da el broche dulce con denominación de origen emocional. Porque sí, London es caro, pero a veces, comerse un trocito de España bien merece una hipoteca.
Cafés y vinos para morir de éxito
Y ahora sí, llegó el momento. ¿Cuáles son esas direcciones que nos están haciendo ganar popularidad a golpe de likes? El primero está en París y se llama Cortado. Su reclamo, «café y cositas», lo ha convertido en el place to be de la capital francesa. Jamón ibérico, pan con tomate, anchoas, queso manchego, vermut y vinos naturales como imprescindibles, si bien el verdadero ingrediente estrella es el ambiente. Marta, que vive en la ciudad, lo resume así: «Siempre que vas parece eso la fashion week. No me puedo tomar un cortado en paz sin pensar antes en mi outfit, porque está lleno de gente guapa», bromea. Desde que dijeron «hola, mundo» en 2024, a través de redes sociales, no han parado de sumar seguidores. Ahora bien, la visita que esperan impacientes es la de la autora de Despechá. Tanto, que ya tienen su propia camiseta en la que se lee: «Día nº ___ esperando a Rosalía en Cortado», por si acaso la Motomami se deja caer por allí.
«Siempre que vas parece eso la fashion week. No me puedo tomar un cortado en paz sin pensar antes en mi outfit, porque está lleno de gente guapa»
El segundo nombre en la lista es La Camionera, un Lesbian Bar & Café en el barrio londinense de Hackney, que no ha dejado de acumular hype desde su apertura en febrero del año pasado. Por la mañana funciona como cafetería, y por la noche, se transforma en un templo queer con vinos, vermut, tapas… y muchas, muchísimas velas. Si, además se busca el amor, los martes organizan una noche para solteras con speed dating, «sin presión» y juegos varios. Eso sí, tanta demanda tiene su precio: conseguir mesa no está garantizado, ni siquiera con reserva. «Fui con mi novia y, después de que nos miraran de arriba abajo, nos dijeron que no había sitio. Esperamos un buen rato en la puerta, pero al final nos rendimos y acabamos comiendo una hamburguesa por ahí», cuenta Amparo Besó, que intentó saciar su FOMO en la capital inglesa… sin éxito.
Para acabar, ante la pregunta del principio -¿qué nos hace tan irresistibles a los españoles?—, nos quedamos con la respuesta del trotamundos Jorge Cantos: «No seremos los más altos ni los más principes, pero sabemos perrear como nadie y cantar cada verso de Bad Bunny». Y, aunque su madre decía que comparar no está bien, «en países donde el orden y la ley son todo lo que conocen: «We are crazy and exotic»».
Estamos 100% de acuerdo en que sí: España está de moda.