
Así se creó el bolso de Aitana. Fotógrafa: Alejandra Amere Fuente: Aceites de Oliva de España
LIFESTYLE – POR FAVOR, LA CUENTA
¿A qué viene la obsesión de la moda por la comida?
Sandra Bódalo – 19/06/25
Desde un aceite de oliva que se convierte en objeto de deseo, hasta un bolso en forma de tomate. Digamos que la comida es el nuevo lujo, ¿o acaso era al revés?
Hace solo unas semanas, la cantante Aitana recorría las calles de Madrid enfundada en un total look vaquero, unas botas negras altas y unas gafas de sol. En cuestión de segundos, su (falso) robado corría como la pólvora. Ella, cruzando el paso de cebra con una sonrisa tímida, pero delatora. De esas que solo pones cuando sabes que hay paparazzi cerca. En ese estilismo la única nota de color la aportaba un bolso amarillo flúor, casi pistacho, y un charm poco ortodoxo: una botella de aceite de oliva. Durante unas horas —o incluso días—, Internet se rompió. Como aquella mítica foto de Kim Kardashian en la que sostenía una copa de champagne sobre su trasero para la portada de Paper Magazine —por cierto, esto sucedió en 2014 y yo creía que fue ayer, no podéis imaginar lo vieja que me he sentido al corroborar la fecha—. La prensa, los creadores de contenido y, por supuesto, una servidora no dejaron de subir Stories preguntándose what is happening?
¿Era aceite de verdad o una simple botella de agua? Y si era aceite, ¿era virgen extra?
En cuanto lo vi, no pude dejar de pensar que ojalá tuviera el mismo bolso para llevar una botella de vino. O para la leche condensada. Porque sí, ahora os sorprendéis, pero hubo una época en la que no se sabía lo que era un «café bombón» fuera de Valencia. De hecho, en Madrid pedía uno y siempre me respondían: «Para bombón, tú». Bueno, esto nunca pasó realmente. Pero habría estado bien, ¿no? Volviendo al tema que nos compete, las mentes ideólogas de esta colaboración no tardaron en surgir. ¡Porque sí, estaba claro que era una colaboración! «Presentamos el complemento perfecto. Lo otro es solo un bolso», rezaba uno de los claims de la campaña de Aceites de Oliva de España. Y no un bolso cualquiera, sino uno diseñado en Ubrique por Palomo Spain.
Vídeo: Roastbrief Fuente: Aceites de Oliva de España
Pero, ¿por qué unir aceite y moda? Como expresaba en un comunicado Pedro Barato, Presidente de esta Interprofesional, «queremos valorizar el producto y fomentar el consumo entre la gente joven». Y, para lograrlo, «debemos adaptarnos a sus códigos de comunicación y creemos que la moda es un buen instrumento para atraerlos y cambiar su percepción sobre el aceite de oliva virgen extra». Esto no es un caso aislado; de hecho, no es la primera vez que ocurre. La campaña ideada por la agencia creativa CYW recuerda mucho —¿o quizás demasiado?— a la que hizo Ogilvy UK con la mayonesa Hellmann´s, sujeta por una correa en el bolso diseñado por la pareja Emma Chopova y Laura Lowena-Irons. El Margaret bag, acuñado así por Margaret Hellmann, creadora de la mayonesa en 1913, acabó, incluso, desfilando en la London Fashion Week. Bueno… si sois un poco avispados —y sé que lo sois si estáis leyendo Habanero— habréis notado lo curioso de todo esto: aquí el oro líquido es el AOVE, allí lo es la mayonesa. Al final, nuestra gastronomía siempre marca tendencia…
Esta fascinación por la comida no es algo nuevo. Ya le pasó en los años sesenta a Andy Warhol con las latas de sopa Campbell o, más recientemente, a JW Anderson con el clutch en forma de tomate que diseñó para Loewe, solo unos días después de que el usuario @homocowboi publicara la foto de un tomate con la siguiente frase: «This tomato is so Loewe I can’t explain it«. En 2014, Karl Lagerfeld —también conocido como el Kaiser de la moda— sorprendía al público de la Semana de la Moda de París convirtiendo el Grand Palais en un supermercado de lujo, donde las modelos recorrían sus pasillos con looks de miles de euros y un carro de la compra. Hasta yo misma, mientras escribo este artículo, me doy cuenta de que mi joyero de verano parece una macedonia. Tengo pendientes en forma de sandía, de cerezas, de limones… ¿Qué me pasa? ¿Será porque no consumo las 5 raciones de frutas y verduras al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS)?
«Hasta yo misma, mientras escribo este artículo, me doy cuenta de que mi joyero de verano parece una macedonia. Tengo pendientes en forma de sandía, de cerezas, de limones…»
Aunque, sin lugar duda, mi colaboración favorita entre estos dos mundos fue cuando el señor Burger King en persona se sentó junto a Carmen Lomana en el front row de la fashion week de Madrid. A veces, el marketing es algo maravilloso… Y hablando de marketing, para la divulgadora Melany Domínguez, conocida en la red por su alias Gioconda_ros, «la comida siempre ha sido un símbolo poderoso». Y no solo eso, sino que en los últimos años se ha convertido en «una herramienta clave». Por una parte, tiene «un alto valor sensorial y emocional, ya que evoca placer, nostalgia o bienestar. Conceptos con los que muchas marcas quieren asociarse», añade. Por otro, alimentos como las frutas, los panes artesanos, las pastas o las mantequillas —no es casual que el color de esta temporada sea el butter yellow—, «ha ganado protagonismo en lo visual porque conecta con una estética natural, imperfecta, cercana, que las nuevas generaciones valoran».
Solo hay que pensar la invitación en forma de tostada de Jacquemus hace justo dos años.

Diseño del bolso. Fotógrafa: Alejandra Amere Fuente: Aceites de Oliva de España
Para Teresa Miravé, estilista, directora y set designer, ahora, cuando abrimos la nevera no solo vemos un tomate. Sobre todo si tienes la suerte (o la desventura) de dedicarte al sector creativo. Porque entonces lo que ves es «todo un mundo de oportunidades visuales y estéticas». Lo que antes era una simple hortaliza, ahora puede ser una escultura o un centro de mesa con «sus huecos, sus luces y sus sombras, sus colores…». Pero, ¿a qué viene esto? Venga, vamos a seguir rascando un poquito. Según la también cofundadora del colectivo Pasta Party Club, todo esto nace del mero hecho de que «comer está de moda, y comer bonito aún más».
Y es cierto, ¿hace cuanto no comes una paella o te tomas unos huevos Benedict sin que haya que inmortalizarlo antes? Buscamos el sabor —o «el sabooooooor» como diría Samantha Vallejo-Nágera—, pero también lo aesthetic. «Empezamos a interesarnos por la artesanía de la comida y por el origen de los ingredientes en un momento en el que también nos interesa la artesanía de las marcas de moda y el origen o calidad de los materiales que utilizan», detalla Miravé. Una naranja recién pelada, un croissant, un aguacate en su punto perfecto… La comida no solo es atractiva, sino que introducirla en campañas y editoriales nos sorprende, porque «presentan productos en situaciones que no nos esperamos», asegura Melany Domínguez.
«¿Por qué si no somos capaces de pagar 5 euros por una gilda? La gilda o el Matcha Latte vegetal con canela en polvo de esa tarde son nuestra pequeña dosis de lujo»
Más allá de su «belleza visual rica en textura, color y frescura», también «despiertan los sentidos y generan engagement» en un terreno tan hostil como lo son las redes sociales. Porque como bien dice «tu amiga de marketing», actualmente «vivimos en la era del food culture». Y esto es muy cierto. ¿Por qué si no somos capaces de pagar 5 euros por una gilda? La gilda o el Matcha Latte vegetal con canela en polvo de esa tarde son nuestra pequeña dosis de lujo. Ese «hoy me lo merezco» que tanto repetimos cada vez que queremos hacer algo meramente hedonista (y, a veces, innecesario). Y eso que, como comenta Teresa, «la comida es un lujo mucho más asequible». Y lo resume en una pregunta: ¿a ti qué te hace más feliz: un aceite increíble que disfrutas en todas las ensaladas y platos que preparas o un Gucci? En mi caso, no os voy a mentir, la respuesta es un Gucci. Y, para eso, ya he calculado que solo necesito 540 gildas para conseguirlo. ¿Aceptarán encurtidos como pago?
El medio especializado The Business of Fashion se unía también a este dilema entre la moda y la comida, y afirmaba que en medio de la crisis del lujo, «las marcas apuestan por la comida para despertar el apetito por sus productos». Jacquemus y Loewe fueron los primeros, pero no tardaron en sumarse firmas como Prada, Burberry o Coach. Una práctica que no solo afecta a la moda, sino también a la belleza. Solo hay que ver las publicidades y publicaciones de Rhode, la marca de cosmética creada por Hailey Rhode Bieber, donde sus productos comparten protagonismo con helados, copas de champagne con fresas o cinnamon rolls. Una tendencia que surge justo cuando la cultura gastronómica alcanza su nuevo auge. «La gente sigue a los restaurantes como famosos; aspiran a conseguir la reserva (y una foto para Instagram) como si fueran un bolso de lujo», relataban en su artículo. Pero, en plena (e inminente) recesión, cuando los precios no paran de subir, ¿no es comprar fruta fresca y semillas de chía el verdadero lujo? Nunca olvidaré el consejo que me dio una amiga: «Antes de acostarte con un tío, ve a su cocina y mira su congelador. ¿Está vacío? Pues avanti… Si compra fresco, tiene dinero».