
Ana disfruta de la barra de un restaurante junto a su marido, de espaldas. Foto: Pampa Producciones
Un día con Ana Valdés, la influencer @Enjoybyana
Community manager, influencer y la responsable de que media Valencia sepa dónde reservar. Ana Valdés, más conocida como @Enjoybyana, convierte el hambre en contenido. Nos colamos en su rutina para descubrir quién hay detrás del feed
Son las 8:30 de la mañana de un miércoles cualquiera en Valencia, y Ana ya está maquillada como si tuviera una alfombra roja en media hora. Me abre la puerta en bata rosa empolvada, perfectamente peinada, y una piel que ni en el vídeo 4K pierde el glow. La casa huele a cápsula recién hecha: café de Dolce Gusto, con un chorrito de leche y una cucharada de miel de Ayora, su favorita. La taza, por supuesto, es de cerámica artesanal valenciana, porque el contenido empieza en casa.
Nos sentamos en su cocina mientras desayuna una tostada con aguacate (sin flor de sal porque, dice, ya se ha pasado de trend) y me cuenta detalles de su reciente luna de miel en Dubái. Ella no paró ni un minuto. Entre vídeo, story y post, dice que lo disfrutó «a su manera», pero que sí, que en algún momento desconectó… durante una escapada a una piscina infinita en un rascacielos de Dubái. «Aunque, claro, luego lo recomendé en stories porque era demasiado top para guardármelo, no lo puedo evitar», reconoce. Ahí comprendemos que, en su mundo, lo personal es contenido.
Su marido, Manuel –ingeniero, discreto y cero Instagram–, ya se ha ido a trabajar. Ana lo menciona con ternura, pero también como quien tiene una parte del mundo bien resuelta. La logística, por ejemplo. «Si él no fuera tan apañado, no podría tener este ritmo. Literalmente, me acompaña a grabar casi siempre, carga el foco, me hace el mejor plano de la mesa, es demasiado perfeccionista… Somos un equipo», valora. El famoso foco, por cierto, aparece varias veces en la charla. Casi como un personaje secundario con vida propia.

La influencer valenciana generando contenido en Tatel. Foto: @Enjoybyana
Por la tarde, la acompaño a una colaboración con Tatel. Veo alrededor, es ese restaurante donde cada plato parece diseñado para salir bien en fotos, y también debo admitir que tienen buenos cocktails. Ana llega puntual, con outfit estudiado, bolso mini y una sonrisa afilada. Antes de grabar, revisa la iluminación, pide mover un plato dos centímetros y decide si merece estar en el feed o en stories. Todo tiene su proceso. «A veces la gente cree que es llegar, comer y subirlo. Pero no, detrás hay un criterio. Yo no publico nada que no valga la pena. Si no tiene buenas reseñas en Google, si la atención es regulera o si el plato es meh, no sale. Así de claro», garantiza, la que ya es una de las creadoras de contenido más cotizadas de Valencia. Su cuenta, @enjoybyana, atesora en el momento de publicación de este artículo 210.000 seguidores. Ahí es nada.
Mientras comemos unas croquetas, ya frías, me asalta la duda: «¿De verdad Valencia da para tanto contenido?». Cada semana cuelga una nueva recomendación, y no estamos hablando de bares random que se crucen en su camino. Le digo que me flipa que haya tantos locales en la ciudad, pero que entre tanta vuelta, alguno se le habrá quedado pegado al paladar. Sonríe con cara de «no puedo mojarme», pero a los cinco segundos ya me está diciendo sus tres establecimientos favoritos: Rausell, el de toda la vida; Haku, su japo de confianza; y Casa Carmela, para el arroz que nunca falla. Al fin tenemos el tridente clásico de Ana Valdés.
«Lo más difícil de esto es la constancia. Algunos días, lo último que te apetece es salir a grabar contenido»
¿Y alguna joya de esas que aún no ha explotado Instagram? Me lanza un nombre bajito, casi como si no quisiera gafarlo: Abastece. «Lo lleva una chica con sus padres. Se nota el cariño, el gusto, la calidad. Está todo hecho con mucha cabeza… y con muchas ganas», dice. De esas recomendaciones que te dan ganas de cerrar esta pestaña y salir corriendo. Como ya estamos en plan confesiones, me entra la vena morbosa y le pregunto si hay algo que no le gusta. Porque claro, aquí todo parece rico, bonito y fotogénico. Y me suelta: «No puedo con el ramen. No es por el sabor, es por la forma de comerlo. Me supera». O sea, la Enjoy, reina de la cuchara y el palillo, víctima de los fideos rebeldes. Nadie está a salvo.
Lo curioso es que esta Ana meticulosa y perfeccionista empezó como @Enjoyvalenciafood, subiendo las recomendaciones de bares y restaurantes que probaba con su grupo de amigas o su novio. «Era un hobby, una manera de compartir lo que de verdad me gustaba. Pero claro, con el tiempo fui afinando, seleccionando mejor, y entendí que podía convertirlo en algo más grande», relata. De ahí el cambio a @Enjoybyana, que tiene su trasfondo estratégico. «Quiero abrir el enfoque, incluir planes, escapadas, hasta hoteles o destinos gastronómicos. Al final, el buen comer también está en los viajes, ¿no?», adelanta.
Con esta información me quiere revelar que se vienen cositas. Tiene ya un par de colaboraciones cerradas en Madrid y Barcelona, y se nota que le hace ilusión salir un poco del radio de Valencia. No porque no adore la ciudad – al contrario, la defiende como una ciudad gastronómica de verdad –, sino porque quiere expandirse. «Creo que hay muchas experiencias que puedo compartir desde otra perspectiva. Y también me interesa explorar el mundo de los viajes con mirada foodie. Ahí se los dejo a las marcas interesadas, ¿vale?», lanza.

Ana Valdés, durante una entrevista en la radio. Foto: Onda Cero
Pero claro, no todo es idílico. Entre risas, abordamos una tema que subyace: «Ana, esto no puede ser todo perfecto, ¿eh? Lo pintas facilísimo. ¿No te cansas nunca?», pregunto. Se ríe y me contesta con la naturalidad de quien ya lo ha pensado muchas veces. «Lo más difícil de esto es la constancia. Cada semana hay que sacar contenido, y hay días que lo último que te apetece es salir a grabar. Te gustaría quedarte en el sofá viendo la tele con tu marido y pedir sushi.» reconoce, y aún así, se sobrepone: «Pero no hay excusas. Si no estás inspirada, te toca buscar la inspiración. Intentar superarte siempre. A veces me bloqueo, claro. Pero es parte del juego».
Ana Valdés no es solo una influencer gastronómica más. También es Community Manager y ejecutiva de cuentas de varios locales que seguramente te suenan: Mil Grullas, La Sangu, La Tòfona y El Baret. Su día no acaba cuando termina un reel, porque empieza otro: el de las métricas, las campañas y los briefings que también gestiona con la misma entrega que le pone a cada colaboración.Ama a su comunidad casi tanto como a un arroz al punto. Se pasa horas respondiendo preguntas, recomendaciones, dudas… Desde quienes preguntar por «un sitio con terraza, pero sin mucho viento», hasta «algo romántico pero que no sea muy caro, y con buena tarta de queso, por si acaso». La gente la ve como una brújula gourmet con GPS emocional. Y aunque no puede contestar a todo, intenta llegar lo más lejos posible.
Me enseña algunos mensajes que la emocionan: gente que fue a un restaurante por su recomendación y acabó celebrando ahí su aniversario. En esos momentos, dice, todo vale la pena. ¿Lo que cobra por colaboración? Misterio total. Nos reímos. «Eso sí que se queda en secreto».
Pero algo me dice que no es poco.