Foto: Mikel Ponce

LIFESTYLE – RECONDIT PLACES

Pascua también es época de latigazos

El Tipo Que 17/04/25

Porque sí, porque al final las procesiones y las mantillas las tenemos controladas desde siempre, pero… ¿Qué pasa con la gente que tiene formas alternativas de disfrutar?

—  Señor, Ferran Salas al teléfono. Creo que quiere encargarle un artículo especial para el número de Pascua. 

— Ah, gracias. Pásamelo. ¿Ferran?

— ¡Hey!

— Hey ¿Qué pasa?

— Nada, quería comentarte que el número de Pascua está al caer, y había pensado que podrías encargarte del artículo de portada.

— Vale, ¿y qué tenías en mente?

— No sé, tal vez algún sitio pequeño en el que un anciano haga torrijas o…

— Para, para, para. Pascua y torrijas no. Absolutamente todo el mundo que tenga una publicación online va a hablar de torrijas, panquemaos y cachirulos. Me aburro, tengo una crisis narcoléptica solo de pensarlo. 

— ¿Qué propones entonces?

— Es que la verdad nunca he sido muy católico, no entiendo demasiado la Pascua, no sé de qué va. Solamente sé que se les pone nombre a los días, en plan Sábado Santo, Domingo de Resurrección, Lunes de Voltereta…

— Pues nano, al final es una semana que rememora, digamos, la parte final del asunto. Va desde que a Yisus lo capturan y le putean, hasta que le dan latigazos, luego se lo cargan, resucita y entra en la ciudad…

— ¿Cómo?

— ¿Eh?

— ¿Has dicho… latigazos?

— … 

— Ferran… ¿He oído latigazos?

— Eh…

— Perfecto. Tendrás el artículo el lunes.

— ¡Espera!… ¡No…!

(clic)

— ¿Meredith?

— ¿Señor?

— Necesito que googlées ahora mismo «BDSM Valencia».

Todo lo que uno puede esperar de un jardín secreto. Foto: Habanero

Jardín Secreto es una asociación de gente disfrutona, sin ánimo de lucro, que promueve la difusión del BDSM. ¿Y qué es BDSM, me preguntas mientras clavas en mi pupila, no sé, cualquier cosa que cause un poquito de dolor consensuado? Pues BDSM son las siglas de Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo. Ahí es nada. Pura Semana Santa. 

Todos tenemos más o menos una idea propia aproximada, formada por retales de cultura pop, que hemos ido conectando a nuestro aire. Por ejemplo, 50 Sombras de Grey, la escena de Pulp Fiction en la que meten a Bruce Willis en el sótano con el tío de la máscara de cuero, el Marqués de Sade, esposas, correas, látigos… Y la verdad es que un poquito de eso hay, pero también bastante topicazo y mucha desinformación. 

La asociación está en un bajo -en una ubicación, obviamente secreta-. Si estás interesado en el tema, la cosa funciona así: los socios suelen quedar los domingos a tomar café en un bar. Te pasas, y en caso de que haya buen feeling con ellos, te invitan a visitar las instalaciones, o a alguna de las fiestas. Yo he conseguido que me haga de guía nada menos que la presi y fundadora, AkhAsshA Bravin. «Aquí no te pasa nada que no quieras que te pase», me dice nada más conocerla, en tono tranquilizador.

AkhAsshA es dómina y sádica. Una mujer con una buena cantidad de hostias repartidas a sus espaldas. Afortunadamente, hoy no está de servicio, y viene a responder a mis dudas. Nada más entrar al espacio, la primera impresión es de estar en un decorado. No hay rincón malo, no falta detalle. Mires donde mires, encuentras cosas que pueden ser utilizadas en tu contra. Hay máscaras antigás, varios cepos, una jaula tamaño persona, una cruz de madera y todas las esposas del mundo. Mientras nos va explicando para qué sirve cada cosa, aprovecho para quitarme un par de curiosidades.  

«Aquí no te pasa nada que no quieras que te pase.» 

Una de las ideas más extendidas es que la gente viene a estos sitios a follar. Pero no, las mazmorras BDSM no tienen nada que ver con los clubs swinger. En un club swinger, la finalidad es intercambiar parejas en un sexo más o menos normativo. En plan: «Yo tengo esto que va para afuera, y tú eso que va para adentro. Seguramente si se juntan, encajan». Aquí se desarrollan otro tipo de prácticas en las que no necesariamente hay que desnudarse o penetrar, pero que igualmente resultan muy excitantes para los que las practican. ¿Te puedes ir orgasmado a casa, simplemente porque te han aplicado descargas con electricidad o fuego? Pues por lo visto, sí.

La consulta del dentista es una fantasía común. Foto: Habanero

— Pasad, os enseñaré el resto. 

— ¿Hay un resto? Oh, joder.

El pasillo nos lleva primero, a una sala en la que hacen «medical», y que recuerda directamente a las películas snuff de Tesis, o a Saw. Es como la consulta de un doctor mentalmente jodido, con pared de azulejo, mandiles, e instrumental quirúrgico.

— Mira, aquí tenemos camisas de fuerza, y hacemos cosas como sondas uretrales.

— Fantástico. 

— También puedes coger este cuchillo y jugar a Hostel. Al final son todo juegos de rol. 

— ¿Pero realmente hay un punto sexual en pinchar a alguien, o en una relación ama-sumiso?

— Claro, es que si basas el sexo solo en la genitalidad, te estás perdiendo mucho. El sexo puede variar, es algo muy mental. Hay gente que puede llegar a correrse estando colgado de una cuerda. 

Vale, esto me lo sé, se refiere al Shibari. Es una modalidad japonesa de bondage, en la que te atan, y a veces te cuelgan, utilizando nudos y formas corporales muy estéticas. En ese momento, el sumiso queda completamente inmovilizado, y según cómo se haga, también puede resultar bastante doloroso. Mientras pienso en cuánto le va a gustar a la gente de Habanero leer «sonda uretral» por primera vez en un artículo, seguimos nuestro tour. 

«Si basas el sexo solo en la genitalidad, en realidad te estás perdiendo mucho» 

A mi lado, apoyada en la pared, hay una especie de bolsa negra gigante. Es una cama de vacío, en la que te envasan al vacío a ti mismo. Esto, sin duda, está en el top 3 de cosas que no esperaba ver hoy. Más al fondo, hay una habitación, que incluye una especie de celda de castigo oscura y minúscula, de apenas dos metros por uno -o lo que las inmobiliarias en Madrid llamarían «loft con posibilidades»-. Desde ahí, el sumiso encerrado puede ir viendo lo que va pasando, a través de un ventanuco que hay en la puerta de hierro.  

En un momento dado, AkhAsshA nos enseña su colección privada de látigos. 

La variedad es apabullante: los hay de cola de cocodrilo, lenguas de dragón, palas con pinchos, y ella nos va explicando sus funciones como quien te explica las prestaciones de un Seat Panda.  

— Claro, este tiene que tener pinchos para cuando haces un verdugón muy grande, que sangre un poco. Este otro está hecho con mi pelo, es para acariciar. Y luego están estos, que son de varias colas, porque cuanto más anchos son, se expande más el dolor, pero es menos profundo. Este otro…

— Pero… Pero… ¿Esto no duele un huevo?

— ¿Quieres probarlo?

— Por supuesto que NO.

Al final me puse. 

Me llevé unos latigazos suaves en el culo, porque ir a un sitio de estos y no salir azotado, es como ir a un casino y no echar en la tragaperras. Yo que sé, ya que estás…

— Bien, se puede soportar, es llevadero. 

— A ver, yo produzco dolor, pero no hago daño. Nunca voy a hacer nada que mi sumiso no quiera, ni que pueda perjudicarle a la larga. 

Bueno, el sitio es un puntazo, pero oye, al final este artículo también va de cosas que pasan y de ocios alternativos. En Jardín Secreto hay cineforum, libroforum, talleres de cuerdas de varios niveles, el sumday coffee (quedada de sumisos) y formaciones de casi todas las sadoprácticas y sadomovidas que te puedas imaginar. Así que si coincide que estás en la ciudad, y por alguna de aquellas te aburres, tienes curiosidad o, simplemente, has sido malo y te mereces unos azotes, contáctales por Instagram

Goza de amplio aparcamiento. 

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