El torso que nos regala ¡Dolores, guapa!. Foto: Habanero

CULTURA – UN HAMBRE QUE NO SE VA

Entre torrijas y postales de Semana Santa, un nuevo cine español renueva las tradiciones

Las Entendidas – 17/03/25

El cine español de los últimos años revisita la Semana Santa, y lo hace más allá de sus pasos y ritmos cofrades, para renovar las tradiciones que conocemos, avanzar en movimientos sociales o repensar el modelo de familia clásico

Tres mujeres muy nerviosas haciendo torrijas, una receta que se cocinará a fuerza de solucionar los problemas que cada una se trae entre manos. Ambientada en la Semana Santa malagueña, en Ronda, las madres, hijas y vecinas que encontramos en Mi querida cofradía tienen un problema por culpa de un hombre. Un hombre que no es el mismo, que puede ser el marido, el vecino o la idea de hombre como cabeza de un patriarcado que las tiene atrapadas e insatisfechas dentro de esos corsés sociales. «Lo importante es que seguimos unas normas impuestas por hombres, y estas normas van a cambiar ahora», manifiesta Carmen, la protagonista, en un momento de la película. Ella, a través de un feminismo inconsciente busca revolucionar las estructuras de su cofradía en una comedia social, que ironiza con nuestras tradiciones y reivindica el papel de la mujer en ellas. 

«Desde el punto de vista cultural, estético y dramático, es difícil encontrar un contexto tan rico e interesante como la Semana Santa. Se podría haber hecho con las tradiciones de otros sitios, pero no con el carisma y los recursos que tiene la Semana Santa andaluza.», confesaba la directora de la cinta, Marta Díaz de Lope. Y es que Mi querida cofradía tiene como protagonista a Carmen, una mujer que lleva toda la vida como cofrade, y ahora desea presidir la agrupación, aunque no haya habido referentes anteriores que lo hicieran. 

Carmen de Mi querida cofradía. Foto: Habanero

La película rompía los moldes de lo que hasta ahora conocíamos como obras en torno a la Semana Santa, por tratar con humor las jerarquías dentro de las cofradías, el machismo y los roles de poder impuestos en aquello que se considera tradición y, por tanto, intocable. Hasta Carmen acuden las vecinas si necesitan ayuda para la receta de torrijas. «Torrijas para todas, que nos van a hacer falta», se dicen en un momento dado, para levantar ánimos y templar nervios. Porque, ¿y si la cocina se convierte en un espacio de rebeldía para aquellas que han estado relegadas tradicionalmente a ese lugar? Unas torrijas como símbolo de unión contra todos aquellos a los que les interesa que siga todo como siempre y nada cambie.

«Lo primero, vamos calentando la miel, que está muy espesa porque es de la buena. Y se le echa agua, no le des más vueltas porque se te van a desmoronar», le dice una abuela a su nieto en un momento de complicidad, que podemos visualizar en ¡Dolores, guapa!. El relato oral de la memoria familiar sobre lo que siempre han significado estas fiestas puede surgir también al compás del chisporroteo de unas torrijas. Si los festejos de Semana Santa están íntimamente ligados a la cultura española, aunque se celebren en diferentes lugares del territorio, es imposible no pensar en Sevilla. Está en el ADN de la ciudad.

Memoria familiar, también en ¡Dolores, guapa!. Foto: Habanero

La película de Jesús Pascual ¡Dolores, guapa! toma el título del vídeo viral en el que dos jóvenes le lanzan piropos al paso de la Virgen, para trazar una genealogía de la cultura cofrade que palpita dentro del colectivo LGTBIQA+, implicado históricamente en estas fiestas y donde, paradójicamente, ha encontrado espacio para el reconocimiento social. Un vídeo, convertido en meme, que fue todo un ejemplo de clasismo, homofobia y plumofobia. «Históricamente la Semana Santa ha sido un refugio para los maricones», asegura su director, ante esa incomprensión, condena y ridiculización sobre la figura del mariquita capillita. Una película que mira a esas tradiciones a partir de identidades disidentes que participan en ellas o, por contra, las transforman. 

«Históricamente la Semana Santa ha sido un refugio para los maricones», asegura su director, ante esa ridiculización del «mariquita capillita»

También ese contexto es el que propicia la vuelta al pueblo de Antonio en Por donde pasa el silencio. El debut en el largometraje de Sandra Romero -por el que fue nominada al Goya a Dirección Novel- marca en el calendario el periodo de la Semana Santa como esa cita ineludible que su protagonista tiene con su lugar de origen, Écija. Ahí regresa para visitar a su familia y participar como costalero, dos compromisos, la familia y la tradición, que lo atan a su pueblo y le hacen tener que volver cada año. Una familia atravesada por la incomunicación, incapaz de gestionar el peso de los cuidados cuando uno de ellos está enfermo. Aliviar esa carga familiar, y reencontrarse año tras año con lo que dejó atrás, supone para el protagonista una penitencia representada en la película a través del paralelismo vivido. Como su directora llegó a asegurar, «la Semana Santa es una ficción que transita esto, y la película también es una ficción por la que transita esta penitencia».

Por donde pasa el silencio. Foto: Habanero

El último ejemplo ha sido dirigido por Luis (Soto) Muñoz y Alfredo Picazo en Los restos del pasar, una radiografía de la identidad de Baena (Córdoba), a partir de la iconografía de su Semana Santa. Estamos ante una película espectacular, en el sentido total del término, y sino, atentas a esa fotografía cuyo mayor acierto es remarcar el contraste y los claroscuros que ofrece la festividad. Una pieza barroca exquisita en cuanto a composición del plano y puesta en escena, que nos acerca la historia de amistad entre un niño y un pintor. «Nosotros entendemos la Semana Santa como un fenómeno social», aseguran sus directores, «en el aspecto de que las familias se reúnen, la artesanía se activa y existe un montón de rendimiento patrimonial que genera ese archivo que perdura por los tiempos», concluyen. 

las manos de mi abuela pelándome un huevo duro,

las manos de mi abuelo mojando tomate,

las de mis primos cogiendo castañas.

Una nueva generación de cineastas, andaluces, que -casualidad, o no tanto- se hace servir del imaginario y la impresionante puesta en escena de la Semana Santa para deslocalizar sus historias de las grandes capitales y mostrar en su cine esa honda contradicción que llevan dentro.


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