
Aquí, el champagne de Leo. Foto: Mikel Ponce
Celebrities embotelladas
Tanino Divino – 03/10/25
La nueva aristocracia del alcohol tiene nombre y apellidos. Y millones de seguidores en Instagram.
Vivimos en la época dorada del famoseo líquido. Los celebrities han descubierto que no hay mejor manera de diversificar su imperio económico y mediático que creando algo que la gente pueda beberse. ¿Quién quiere un Oscar o una Champions cuando puedes tener tu propia bebida? Bienvenidos a la era en la que, si no tienes una marca de alcohol, eres un don nadie en la alfombra roja. Atrás quedaron los días de perfumes y camisetas: ahora los famosos embotellan su fama. Prepárate para un recorrido donde el único requisito para triunfar es tener seguidores, sed y una cuenta bancaria obscena. Aquí, el éxito se mide en grados alcohólicos y el fracaso, en resacas mediáticas.
George Clooney, contigo empezó todo
Por poner un poco de contexto, debemos comenzar hablando del génesis en cuanto a las bebidas de famosos se refiere. George Clooney no solo revolucionó el mercado, sino que prácticamente lo inventó tal como lo conocemos hoy. La historia de Casamigos es tan perfecta que parece salida de una película de Hollywood.
En 2013, Clooney y su amigo Rande Gerber se encontraban en México buscando el tequila perfecto: suave, refinado, que pudiera beberse solo sin necesidad de sal o limón. Al no encontrarlo, decidieron crearlo. A lo sencillo. Lo que comenzó como un hobby entre amigos se convirtió en el negocio del siglo cuando Diageo compró Casamigos en 2017 por la astronómica cifra de 1.000 millones de dólares. La operación estableció el precedente para todas las futuras ventas de marcas de alcohol de famosos.
Casamigos demostró que los consumidores no solo estaban dispuestos a probar bebidas asociadas con celebridades, sino a pagar precios premium por ellas. El éxito fue tal que abrió las puertas a una avalancha de famosos que vieron en el alcohol una oportunidad de negocio irresistible. What else?
Francis Ford Coppola: no hay arte sin riesgo

Francis, en su villita de Inglenook. Foto: Habanero
La historia de amor entre Francis Ford Coppola y el vino es tan épica como sus películas. Todo comenzó a finales de los años 70, cuando el cineasta buscaba una casa de campo en Napa Valley para los fines de semana familiares. Lo que encontró fue mucho más: Inglenook, una propiedad histórica fundada en 1879 por el capitán finlandés Gustave Niebaum, hogar de algunos de los viñedos más antiguos de Estados Unidos.
La familia Coppola invirtió más de 35 años y millones de dólares en restaurar tanto la propiedad como su reputación vinícola. Durante décadas, Inglenook había perdido su brillo bajo diferentes propietarios que priorizaron la cantidad sobre la calidad. Pero Coppola se propuso devolver a la bodega su estatus de gran cru californiano. El proyecto se ha convertido en una verdadera saga familiar. Inicialmente adoptó el nombre Niebaum-Coppola Estate, luego Rubicon Estate (en honor a su blend bordolés más premiado), hasta que finalmente Coppola recuperó el nombre histórico de Inglenook.
Actualmente sus vinos forman parte del selecto grupo de etiquetas que se venden en «La Place de Bordeaux», el mercado más prestigioso del mundo vinícola. Un reconocimiento que habla por sí solo de la calidad alcanzada bajo la batuta del cineasta. Me encanta el olor del sulfito por la mañana.
Leonardo DiCaprio, sostenibilidad con burbujas
Si hay alguien que sabe convertir sus convicciones en inversiones rentables, ese es Leonardo DiCaprio. El actor, conocido mundialmente por su compromiso ambiental, encontró en Champagne Telmont el vehículo perfecto para unir sus dos pasiones: la sostenibilidad y el glamour. En 2022, DiCaprio se convirtió en accionista de esta maison francesa ubicada en Damery, cerca de Épernay, que forma parte del grupo Rémy Cointreau.
La filosofía «Au Nom de la Terre» de Telmont va más allá de lo estético. La marca ha eliminado las cajas regalo para reducir su huella de carbono, ha sustituido las botellas transparentes de vidrio no reciclado por botellas verdes opacas fabricadas con un 85% de vidrio reciclado, utiliza exclusivamente energía renovable y ha eliminado el transporte aéreo para sus envíos, optando por el marítimo incluso para los mercados de ultramar. Veremos si el bueno de Leo no se cansa de su inversión dentro de 25 años.
David Beckham: el whisky que ya no marca goles

Aquí David, tan natural como siempre. Foto: Habanero
No todas las historias de famosos y alcohol tienen final feliz. David Beckham fue durante casi una década la imagen de Haig Club, el whisky escocés que pretendía conquistar a una nueva generación de consumidores. Lanzado en 2014 con gran fanfarria mediática y una estrategia de marketing que apostaba por la elegancia y el estilo del exfutbolista inglés, esta unión estaba destinada al éxito.
El whisky, producido en la destilería Cameronbridge de las Lowlands escocesas, se presentaba en una distintiva botella azul cuadrada que recordaba más a un frasco de perfume que a un whisky tradicional. La idea era clara: hacer esta bebida más accesible y menos intimidante para los bebedores jóvenes, especialmente entre aquellos que preferían otros destilados, como el vodka o la ginebra.
Durante años, Beckham protagonizó múltiples campañas publicitarias para la marca, incluso llevó el patrocinio a su club de fútbol estadounidense, el Inter Miami. Sin embargo, en agosto de 2023 se anunció oficialmente el fin de la asociación entre el exfutbolista y la empresa.
Ya veis que, en el mundo de las bebidas de famosos, no basta con tener una cara bonita y un nombre reconocible. El mercado del whisky es complejo y tradicional, y los consumidores no se dejan seducir tan fácilmente por el glamour superficial y posh.
Michael Jordan: MVP del tequila
Si alguien sabe lo que significa perseguir la perfección, ese es Michael Jordan. El icónico jugador de los Chicago Bulls aplicó la misma mentalidad competitiva que lo llevó a ganar seis anillos de la NBA a su proyecto tequilero: Cincoro. Fundada en 2019 junto con otros cuatro propietarios de equipos NBA (Jeanie Buss de Lakers, Wyc Grousbeck de Celtics, Wes Edens de Bucks y Emilia Fazzalari), Cincoro no es solo una marca, es una declaración de intenciones.
El nombre, una fusión de «cinco» y «oro«, refleja la misión del quinteto: crear el estándar dorado del tequila. Y vaya si lo han conseguido. Cincoro produce una gama que incluye Blanco, Reposado (8-10 meses), Añejo (24-28 meses) y Extra Añejo (hasta 44 meses de envejecimiento).
La botella misma es una obra de arte diseñada por Mark Smith, vicepresidente de Innovación de Nike. Con cinco lados que representan a los fundadores y una inclinación de 23 grados (el número de la camiseta de Jordan), cada detalle está pensado para transmitir excelencia. Recientemente, la marca ha incorporado como socios a estrellas como Serena Williams, ampliando su alcance más allá del baloncesto. Mike sigue siendo el GOAT.
Brad Pitt, rosado y divorciado

Brad Pitt, de finde en Chateau Miraval. Foto: Habanero
El caso de Brad Pitt y Château Miraval es quizás el más complejo y mediático del mundo de las bebidas de famosos. La historia comenzó como un cuento de hadas cuando Pitt y Angelina Jolie compraron en 2008 esta histórica propiedad de 600 hectáreas en la Provenza, con viñedos que se remontan al siglo XIII y que en los años 70 albergó un estudio de grabación por donde pasaron Pink Floyd, Sting y The Cure.
En 2011, la pareja se asoció con la prestigiosa familia Perrin (propietarios de Château de Beaucastel en Châteauneuf-du-Pape) para gestionar la producción vinícola. El resultado fue extraordinario: en 2012, Miraval se convirtió en el primer rosé en entrar en la lista de los 100 mejores vinos del año según Wine Spectator.
Pero desde el divorcio de la pareja en 2016, Chateau Miraval se ha convertido en un campo de batalla legal. En 2021, Angelina vendió su 50% de participación al oligarca ruso Yuri Shefler sin el consentimiento de Pitt, quien mantiene que según los acuerdos originales, él tenía derecho de preferencia en cualquier venta. El caso sigue en los tribunales, mientras los vinos de Miraval continúan siendo un referente mundial en rosados de lujo.
«Cada botella es una entrada VIP a su mundo: un universo donde el fracaso se ahoga en whisky y el éxito se celebra con champagne»
Al final, más allá de etiquetas doradas, burbujas premium y botellas que cuestan más que un alquiler medio en Valencia, Madrid o Barcelona, lo que estos famosos realmente venden es una fantasía embotellada. Nos invitan a creer que, con sólo descorchar una de sus creaciones, se nos pegará algo de su carisma y su fortuna. Cada botella es una entrada VIP a su mundo: un universo donde el fracaso se ahoga en whisky y el éxito se celebra con champagne. ¿Quieres sentirte como ellos? Fácil: solo necesitas una copa (y una tarjeta de crédito).
Eso sí, no te garantizan ni el talento, ni el físico, ni el dinero. Pero, al menos, podrás brindar por ello. Cada botella es una invitación a formar parte de su mundo, aunque sea durante el tiempo que dura un brindis.
Y eso, queridos habaneros, no tiene precio.