
David Pascual. Para los amigos, Mr. Perfumme, Foto: Él mismo para Habanero
Un día con Mr. Perfumme
Mestizorras – 10/07/25
Pasar un día a su lado puede ser lo más aleatorio posible. Nunca sabes qué va a pasar. Caótico, posmoderno y absurdo. Su mundo interior es cómo su vida exterior
¿Por qué será que Perfumme publica libros todos los años? ¿Es el Byung Chun Hal español? ¿El Yorgos Lanthimos de las novelas? ¿Serán sus patillas y aspecto grunge salido de una película de Danny Boyle? ¿Será porque cuando puede se escapa a Benidorm? ¿Por qué siempre Benidorm? Pero sobre todo, la pregunta más intrigante es…¿Quién chucha es David Pascual? Aparte del otro ser que convive con Perfumme. Podríamos dirigirnos a él como Davi,d pero sería como si Cami llamara aguacate a la palta, o Marta dijera Adiós en lugar de Adeu. Son palabras que no tenemos configuradas en nuestro disco duro, que nos cuesta pronunciar. Pues lo mismo con Perfumme, de hecho, ¿qué weá Perfumme? En adelante, Perfu. ¿Y quiénes son Cami y Marta? pos eso.
«Para saberlo hay que vivirlo» nos dijo Perfu, cuando le preguntamos por qué siempre se iba a Benidorm, que se ha transformado en su lugar favorito de la Comunitat Valenciana. Y sin mucho preámbulo, nos vimos junto a él por la AP-7, camino al paraíso de los guiris. No vamos a negarlo, por alguna razón Benidorm se nos hizo familiar, pero incluso así, nada hacía presagiar los eventos que se desencadenaron en tan sólo 24 horas.
¿No os pasa que todo lo humano que tiene alguna importancia se puede descubrir en First Dates?
Empezamos con un aperitivo de camino, parando en un hotel en medio de la carretera de Alfás del Pi, con temática medieval de cartón piedra. En él, se esconden ingleses borrachos para hacerles sentir en el siglo pasado, para hacerles revivir algo que nunca vivieron, pero al menos hacerles sentir protagonistas. Para que sientan la vitalidad de llevar en la mano una espada y una birra. La antesala de lo que nos espera en Benidorm, alcohol y quemaduras entre primer y tercer grado.
¿No os pasa que todo lo humano que tiene alguna importancia se puede descubrir en First Dates? Con esta pregunta mañanera, entramos a un sitio que decía: «Restaurante, cafetería, arrocería, frediuría». Perfu nos llevó a unos de sus lugares favoritos, el restaurante Yvon, donde ofrecen desayunos ingleses y tapas españolas, pero no suele haber españoles. Nuestro desayuno estaba bien de colesterol y más de guarrería. Si no se «suca», no es comida. Si no te manchas las manos, no se te guarda en la memoria gustativ. ¿Y cómo sabes si un chino es bueno? Si dentro hay chinos. Lo mismo pasa con el Yvon: si hay ingleses, es lo que buscas.

El restaurante favorito de Perfu, Ivon. Foto: Mestizorras
Para bajar las alubias, el chorizo, el tocino y la media barra de pan congelada, nos fuimos a reposar la comida a la playa. También pensando en que las arterias se destaparan. Al fondo, uno de sus edificios favoritos, Intempo, también conocido como coffee filter o el ojo de Sauron, porque desde allí se puede ver todo Benidorm, el Rockefeller valenciano. Perfu enciende un cigarrillo mientras a nuestro lado pasa una pareja de noruegos. Lo sabemos porque él nos lo afirma, su capacidad para distinguir a un noruego de un suizo de un alemán y de un inglés nos deja locas. La pareja se le queda mirando un buen rato, detenida, con los brazos caídos, como si Wes Anderson les estuviera filmando, y cuando hacen contacto visual con él, agacha la vista al suelo y continúa caminando. Perfu los mira atentos y hace un gesto con la mano que no sabemos descifrar, entre pedir la cuenta y localizar el punto g, mientras le da a la combustión. Los noruegos caminan a paso militar y se paran en su carrito de golf, que les llevará por toda la ciudad, sus nuevas piernas.
En la arena le preguntamos a Perfu sobre su vida. Además de ser escritor, músico y guionista, fue un posible futuro tenista para España, una posible competencia de Nadal, si no hubiera sido porque lo odiaba. Así que esperó al día de la muestra de fin de curso para jugar su – ojalá último- partido con una camiseta hecha por él mismo de Kelly Taylor, la actriz de Sensación de vivir. Un grito de protesta que escondía una verdad irrefutable. Perfu no estaba diseñado para una cancha de arcilla ni diademas de microfibras. Lo suyo era la carretera, los gordos de porcelana y algunos pequeños calvarios.
Aunque la infancia de Perfu no fue siempre miel sobre hojuelas, su primer acto delictual fue junto a su madre en un centro comercial, porque para ser buen ladrón hay que robar cosas que nadie piense que puedas robar, también saber muy bien a quién robas, así que se robó el sistema antirrobos. «Una vez mi abuela me llevó con ella al banco y me cagué encima», cuenta. Dentro de todas las anécdotas y cosas que a Perfu le gustaba de pequeño nos dimos cuenta que siempre estaba implicada la adultez y tercera edad.
Aunque la infancia de Perfu no fue siempre miel sobre hojuelas, su primer delito fue junto a su madre en un centro comercial
Antes de que llegue la tarde, nos damos una vuelta por El Cisne Antigüedades. Se trata de un rastro, pero no uno cualquiera, no. Es su rastro favorito, «no sólo por las cosas, sino por la gente, ya veréis». Antes de la playa no nos hubiera inquietado esa afirmación, así como no nos hizo sospechar nada cuando en el desayuno sucaba el pan en el huevo frito y decía: «Mmmm… sabe casi igual que Greg jajajajajaj». Pero en la playa sí que pasaron un par de cosas que nos dejaron con un hilo de misterio. Por ejemplo, el calor nos obligó a meternos al agua, pero aún así, con 33ºC, Perfu dijo que no, que él nos esperaba en la arena. ¿Raro? Un poco, pero lo inquietante no fue eso, sino que al entrar al mar, notamos cómo de la nada comenzaron a aparecer abuelos guiris flotando como boyas, haciendo un ruidito como si un cuarentón con blanqueamiento dental golpeara una pelota de pádel.

Día de playa con Perfu en Benidorm. Foto: Mestizorras
A medida que nadábamos aparecían más, era peor que una plaga de medusas, nos miraban con los ojos oscuros y pronunciaban algo como brrr brrr brrr. Cuando intentamos salir, fue difícil porque sin darnos cuenta, hicieron un círculo alrededor de nosotras, dejándonos al centro. Entonces apareció Perfu y volvió a hacer ese gesto con los dedos, tan extraño. Parecía Moisés abriendo los mares, pero en lugar de cometer una separación del agua, los guiris salieron volando, disparados como la pelota del pinball. Comenzaron a formar un remolino en el aire una jartada de alemanes, noruegos e ingleses, mientras Perfu murmuraba palabras que luego decía con más fuerza y voz solemne de radio. De fondo, se escuchaba La Traviata.
Seguiremos hablando por hablar
Nos hizo una señal con las manos para que saliéramos del agua sin miedo. Cami miró a Marta y Marta miró a Cami. A través de sus ojos se hicieron preguntas que las dejaron heladas. ¿Acaso Perfu puede controlar a los guiris? ¿Es el Juan y medio de los alemanes? ¿Por qué se los come? ¿Le dan años de vida? ¿Cuántos años tiene en verdad? ¿Por qué no se mete al mar? ¿Por eso viene siempre a Benidorm? ¿Si se come a los guiris alemanes nazis, es Perfumme una especie de Aldo el Apache? ¿Sería capaz de abrir su dieta a sionistas?
El sol de pronto se oscureció. «Wacha, viste?», dijo Cami. «No me lo puedo creer, tía», respondió Marta. ¿Un dragón? Pero el dragón desapareció casi al terminar de pronunciar su nombre. Perfu, por aquel entonces, ya se estaba tragando a todos los seres humanos que habían descendido del cielo hacia su boca, uno a uno, haciéndose pequeñitos al nivel de hormigas. Luego eructó y nos preguntó si nos hacía un karaoke.
Obviamente, le dijimos que sí.