
La peñita, viendo a las Roombas matarse. Foto: Mikel Ponce
La batalla de Roombas en el centro excursionista
El Tipo Que– 09/10/25
Xics, molar con recursos es relativamente fácil. Si tienes un hangar en la Avenida del Puerto, y pasta como para que un ejército de decoradores vayan por ahí corriendo y chocando entre sí como si fueran minions, pues claro que va a molar
Ahora bien, ¿cómo te las apañas si no tienes eso? ¿Qué es lo que hace que un sitio con menos recursos nos resulte interesante? ¿Cómo ligaba Quique San Francisco?
Recuerdo la primera vez que alguien me habló del Centro Excursionista.
– Aquí tiene su abrigo, señor. El chófer le espera abajo, y sus colegas van ya por la segunda birra en la terraza del Thalassa. Si no desea nada más…
– Gracias Meredith, es todo. Hoy volveré tarde y con un 45% de posibilidades de trufa. ¿Tienes planes para esta noche?
– Sí, bueno, he quedado con unas amigas en el Centro Excursionista.
– Ah, ¿algo de senderismo?
– Que va, es un bar. Esta noche hay Roomba fight.
– ¿Y que es eso?
– Es algo que suelen hacer de vez en cuando. Colocan un pequeño ring al fondo del bar, la gente compra globos, y los coloca dentro. Entonces activan una Roomba, que lleva pegados varios cuchillos, y mientras va rebotando los explota. Al final el último globo se queda el dinero de todos. Es muy divertido. Ponen música, humo…
– Pero…
– ¿Señor? ¿Está usted bien?
– ¡¡PERO ESO ES DIVERTIDÍSIMO!! ¡¿CÓMO PUEDE SER QUE CONOZCAS UN SITIO ASÍ Y NO ME HAYAS DICHO NADA?! ¡ME CAGO EN MI PUTA VIDA MEREDITH! ¡LLÉVAME AHORA MISMO!¡CANCELA MI AGENDA AH…!
– ¡¡AAAAH!! ¡SPRAY DE PIMIENTA!¡SPRAY DE PIMIENTA!

«¿Cómo puede ser que conozcas un sitio así y hasta ahora no me hayas dicho nada?»
Aquí explicando la movaida. Foto: Mikel Ponce
Hay muchas cosas que molan en este Recondit Place. El bar en sí, por dentro, debe medir como unos diez pasos, pero tiene gramola, y un letrero luminoso gigante que pone «TRANQUIS» al lado de la barra. El escenario por supuesto, también es muy chiquitín, te caben tres músicos gordos, o cuatro delgados que se lleven muy muy bien. Es un sitio que rezuma un rock and roll pinupesco y tatuado. Siempre tienen alguna movida, cuando no es un open mic, es una jam session, o un concierto. Es uno de esos bares… No te lo sé explicar. Es como que se ve claro que en esos baños ha follado gente. Durante el rato que estamos esperando con unas Turias, hay una playlist que salta de Love of Lesbian, a algo que mi Shazaam identifica como «Pablo und destruktion».
Cuando llega la hora, la presentadora coge el micro y avisa de que se abre la venta de globos. Cada globo cuesta dos pavos. La única regla es que tienes que hincharlo lo suficiente, como para que no quepa en una cubitera. Es un método interesante, porque gente malisiosa lo habrá dejado fofo en el pasado para evitar que se lo pinchen. OK. Los jugadores llenan el ring de globos con su nombre escrito. Mientras, la Roomba espera su momento como un toro en un toril, como Rufián cuando habla Abascal, con varios cutters pegados con celo sobre su lomo. Cuando llega el momento, la música sube (en este caso es «Physical» de Olivia Newton-John), la presentadora la activa, y el bicho sale disparado hacia el primer globo.

Algarabía, desenfreno y ganas de no petarlo (el globo). Foto: Mikel Ponce
No es inmediato, muchos consiguen escapar, a veces una de las cuchillas se clava en una de las paredes de madera, y hay como unos momentos de agonía renqueante hasta que finalmente se libera. Durante los siguientes diez minutos, la gente grita, aplaude y bebe cerveza. Cada vez que uno explota, la gente suelta un «AAAH» liberador. Los globos van petando uno a uno, hasta que finalmente quedan dos.Alguien va a llevarse casi 70 pavos a casa. Toda la ludopatía de los hipódromos, los bingos, Las Vegas, y los salones Balanzá está concentrada a modo Kärcher en las pupilas de los dueños de los dos únicos globos que quedan enteros.
Finalmente, y tras estar un rato ensañada con una esquina en la que no había nada, la Roomba coge carrerilla y enfila hacia uno de ellos.
– ¡Lo va a petar!
– ¡Sí!
– ¡No!
– ¡Se escapará, le he entrenado para ello!
– ¡Es el mejor de su clase!
¡PAM!
El globo peta, y la multitud enloquece. El ganador salta mientras abraza a sus colegas a cámara lenta. Normalmente esta movida se repite a lo largo de varias rondas cada noche, hasta que el local se va vaciando y la gente deja de apostar. Tío, no sé, es como que siento una fascinación muy heavy hacia los lugares que montan este tipo de mierdas. Si le tengo que poner un «pero», es que lo hacen los miércoles, que también es el día del Concursong.
Os dejo aquí otros sitios interesantes, para que vayáis investigando un día que estéis juguetones
- La subasta de Café Museo, en el Carmen. Un presentador subasta objetos aparentemente mierders, como comics antiguos de Astérix, revistas porno viejas, o un sacapuntas. Todo bien regadito de cerveza en un bar lleno de gente.
- El Monstruo. Justo al lado del Oliví, hay una minitienda, en la que una chica hace camisas muy rockeras y muy guapas, con telas que no encuentras en otra parte. Ojo, que igual pone que está abierta, y no. Es típico sitio de horarios laxos y costurera jipi.
- Piramidal. Un local de billar ruso, con comida del este. El billar ruso es una movida, las mesas son más grandes, las bolas más pesadas y solo hay blancas y negras.
- La jam de música celta del Max Max. En este pub irlandés de Xúquer, se reúnen los jueves un montón de músicos a tocar flautitas y violines, y todo suena como la cena de Nchebuena de The Corrs. Celta.
En fin, es lo que os decía antes. David Copperfield hizo desaparecer la estatua de la libertad, pero a mí me flipa mucho más la gente que hace trucos con monedas, a diez centímetros de tu puta cara. Esta sección va de eso.
Disfrutad, chavales.
Goza de amplio aparcamiento.